Ella es despistada y olvidadiza. Es el desorden personificado y la claridad mental. Algunos consideran que tiene perdido el norte pero, no hacen sino mirar con los ojos de la apariencia, esa eterna engañadora que aún hoy sabe como hacer sucumbir nuestras más agradables predisposiciones.
Ella lo niega pero, es fácil ver como está subida a lomos de gigantes, de los gigantes de la literatura. Ellos tienen muchas cosas que enseñarnos, tantas como ella. Ella conoce el camino hacia la sabiduría. Y, por raro que parezca en este mundo en el que vivimos, lo comparte con un sonrisa dibujada en la cara.
Nuestro tiempo juntas fue efímero igual que el tiempo de toda cosa en este mundo. Todo es efímero pues nada se encuentra por siempre inmutable. El movimiento es cambio y el cambio, vida.
Ella conseguía darle a mis mañanas un sentido diferente. Viviendo, de repente, un espejismo de sabiduría. Pocos la escuchaban y menos, la entendíamos completamente. Sin embargo, ella nunca lo tuvo en cuenta. Demasiada bondad en un único corazón.
Desde el principio, tuvo mi admiración y entonces, un día nos habló del amor. Algo demasiado abstracto y observable, algo no tangible... ¿Cómo hablar de algo que algunos conocen y todos desean?
Tengo la certeza de que ninguna de las palabras que he de utilizar fue pronunciada jamás por sus labios. Seguramente y no es muy improbable, haya tergiversado ciertas partes y añadido mis matices personales pero, solo soy dueña de mis recuerdos. (Quizás, sea más fiel a lo ocurrido de lo que creo, no he de llevarme, por tanto, ningún mérito.) Y, ni siquiera de eso. ¿Cuántas veces creemos recordar algo que nunca pasó? Entre otras muchas cosas.
En cambio, todos podemos ''recordar'' el amor aunque no sea personalmente.
Mis recuerdos me cuentan que el amor es como una esfera donde hay dos partes, unidas por una tercera. En una de las partes, estaría la pasión, el furor, el enamoramiento, el desasosiego, es decir, la locura amorosa; en la otra, la familia, los amigos, la patria, los Dioses... La tercera, la que une, sería la dominada por el sexo, por la existencia carnal que hace revivir el furor como ebriedad. La balanza que mantiene equilibrada una parte con la otra pues cuando una de ellas se desequilibra, los resultados pueden no ser siempre, agradables. Es la balanza que nos hace relacionarnos con lo terrestre, estando en lo celestial, esta vez, necesitamos tocar la tierra.
La balanza nos permite unir la existencia en cada lugar de una misma persona. Pero, es necesario no olvidar que la balanza ha de cuidarse, siempre, como todo.
La esfera del amor.